martes, 26 de abril de 2016

DESASTRE NUCLEAR DE CHERNOBYL.

El desastre en la Central Nuclear de Chernobyl ocurrió en una localidad de Ucrania (antigua Unión Soviética) en 1986. Únicamente se puede comparar con el recientemente desastre ocurrido en Fukushima, Japón, en 2011, ambos sumamente graves, clasificados como nivel 7 en la escala INES (Escala Internacional de Sucesos Nucleares y Radiológicos), aunque las consecuencias de Chernobyl fueron aún más delicadas.

La Central Nuclear de Chernobyl contaba con cuatro reactores funcionales y dos más estaban en construcción. El 26 de abril de 1986 explotó el reactor 4 de la central nuclear, mientras los técnicos realizaban algunas pruebas de control en el reactor, convirtiéndose así en el mayor desastre ecológico producido por el hombre que ha impactado al planeta tierra. La negligencia de los técnicos que al realizar las pruebas desconectaron los sistemas de seguridad, ocasionó que la reacción nuclear producida no se pudiera controlar. La explosión causó que se expulsara gran cantidad de material radioactivo al medio ambiente por diez días.    

Los niveles de radiación eran muy altos, los cuales generaban consecuencias para la salud irreversibles, afectando con una nube radioactiva a  gran parte de Europa (aproximadamente 200,000 Km cuadrados), pero principalmente a las regiones que se encuentran cercanas a la planta nuclear entre las que se encuentran Ucrania, Bielorrusia y Rusia en donde se considera habitaban 5 millones de personas. Según un informe de la Organización Mundial de la Salud, los casos de cáncer de tiroides en niños y adolescentes llegan a los 565 de los cuales únicamente 10 fueron mortales, sin embargo los efectos secundarios aún se consideran graves. Se considera que las personas que murieron directamente por la exposición a la radiación no pasan de 50, entre ellos algunos de los trabajadores de la planta que murieron por niveles de exposición letal y las personas que intentaban sofocar el fuego por la explosión.

Los trabajos para controlar el desastre fueron extenuantes pero no suficientes, ya que en la actualidad en algunas zonas los niveles de radiación están por encima de los permitidos internacionalmente. Se estima que más de 600,000 mil personas participaron en los trabajos para intentar reducir la expulsión de material radioactivo y la limpieza del área. Para detener las fugas y propagación de material contaminante se decidió construir un  sarcófago de concreto de 300,000 toneladas y estructuras metálicas de plomo alrededor del área en donde se produjo la fisión nuclear.

Para dimensionar la catástrofe se considera que el nivel de la radiación es 100 veces mayor a la producida por la Bomba Atómica de Hiroshima (Little Boy), por lo que algunos expertos estiman que no es posible hablar de una recuperación de la zona, ya que aún son focos de contaminación nuclear activos. Actualmente la zona más afectada denominada zona de exclusión es de 30 km alrededor del reactor nuclear, la cual a pesar de que esta habitada por diversa fauna silvestre los científicos opinan no puede ser habitada por el ser humano, para evitar problemas de salud. Hanna Broska Ministro de Ecología de Ucrania dijo que “Las personas nunca podrán vivir allí, es imposible, ni siquiera dentro de 24 mil años”.

Se cumplen 30 años del mayor desastre nuclear en la historia de la humanidad, actualmente se están realizando trabajos de construcción de un segundo sarcófago que se colocara sobre el anterior que ha sufrido corrosión y daños por la radioactividad, lo anterior con la finalidad de evitar fugas. Los efectos secundarios han sido minimizados en la mayoría de los casos, sin embargo existe un sector de la población que asegura que los efectos de la radiación les han traído problemas de salud con el pasar de los años, por lo que organizan colectas de fondos para poder solventar los gastos. Las verdaderas dimensiones de la catástrofe no pueden ser valoradas, los trabajos continuaran y se espera que el nuevo sarcófago permita el trabajo en el interior, las estimaciones consideran que los trabajos deberán continuar por lo menos un siglo para asegurarse que no haya más fuga de material radioactivo. 

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