miércoles, 5 de julio de 2017

EL HOMBRE DE PILTDOWN



La Teoría de la Evolución expuesta por Charles Darwin en su famoso libro “El origen de las especies por medio de la selección natural”, señala que el hombre es producto de la evolución de las especies, en este caso de los simios antropoideos que en el transcurso de seis o siete millones de años dieron lugar a la humanidad como hoy la conocemos. A partir de estos supuestos, el hombre se dedicó a buscar vestigios que permitieran descifrar su complejo linaje, que como señalamos se ha desarrollado por millones de años.

 En la constante búsqueda de su origen, el hombre se ha encontrado con un enorme vacío que en algunas ocasiones se ha llenado con mitos, es el caso del “El Eslabón Perdido”, que no es otra cosa, que la búsqueda del fósil que permita concluir que el hombre evoluciono del simio, es decir el fósil intermedio que conecte al simio con el humano. En algunos debates aún se utiliza  este argumento, para desacreditar las teorías de Darwin, sin embargo, hoy en día la teoría de la evolución está probada, el hombre desciende del simio, y ya no se busca con el ahincó de antes el famoso eslabón perdido, los vestigios con los que actualmente se cuenta, dan elementos para comprender mejor nuestro complejo árbol genealógico. No  obstante, esa búsqueda desesperada llevo a algunos a cometer graves faltas a la ciencia, como aquellas que cometió el arqueólogo aficionado Charles Dawson quien descubrió al “Hombre de Piltdown”.

El hallazgo del Hombre de Piltdown fue muy difundido, se trata de restos óseos encontrados en la comunidad de Piltdown Inglaterra en el año 1912. Las características que presentaba el fósil constituían la prueba necesaria para acreditar la evolución de simio a humano, por lo que se consideró uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes de todos los tiempos. Se trataba de un cráneo con una mayor cavidad, para un cerebro más desarrollado y por lo tanto más moderno, poseedor de una mayor inteligencia; la dentadura tenía un desgaste más parecido al de los seres humanos, por lo que se consideró como el fósil de homínido más antiguo encontrado hasta entonces. El paleontólogo Arthur Smith Woodward se encargó de estudiar los huesos, que consistían en cinco fragmentos de cráneo, la mandíbula y un diente canino, entre  otros pequeños fragmentos de hueso, concluyendo que se trataba en un antiguo ancestro del hombre, con un cerebro grande desarrollado, pero con rasgos de primate como se notaban en la  mandíbula.

Los rasgos que presentaba el hombre de Piltdown, no se parecían a los rasgos de los otros fósiles de los que se tenía registro, en ese entonces se conocía el Neandertal y el Homo Erectus, por lo tanto se le catalogó como un espécimen nuevo llamado Eoanthropus dawsoni, tomándose en reiteradas ocasiones como referencia para posteriores estudios.  

A pesar de que el Hombre de Piltdown, tuvo aceptación irrefutable por casi cuarenta años, en 1950 el antropólogo Kenneth Oakley, publicó resultados de unos análisis realizados a los restos óseos, obteniendo conclusiones inesperadas. La antigüedad que tenían no era superior a 50 mil años, además que las partes del cráneo no coincidían en antigüedad con la mandíbula. El debate sobre la veracidad del descubrimiento orilló a realizar otro análisis detallado, en el que se descubrió que los huesos habían sido pintados con hierro y potasio para hacerlos parecer más antiguos, detallando que el cráneo correspondía al de un ser humano y la mandíbula a la de un chimpancé, cuyos dientes habían sido desgastados o limados para hacerlos parecer humanos.

El Hombre de Piltdown resultó ser uno de los más grandes engaños de la historia, el tiempo que transcurrió desde su descubrimiento hasta la publicación del artículo que desenmascaraba el engaño, no permitió revelar quien fue el que falsifico el fósil. Se señalaron muchos culpables pero sin precisar al autor del fraude. El estudio de la evolución humana se vio seriamente afectado, no se podía llegar a conclusiones respecto a los hallazgos reales y lo que arrojaba el Hombre de Piltdown, confundiendo a la comunidad científica, el daño estaba hecho. Las reflexiones que deja esta historia son muchas, pero resalta una en particular, la verdad tarde o temprano sale a la luz, el conocimiento debe compartirse y debe permitir ser cuestionado con el mayor rigor, no hay conclusiones absolutas, a pesar de que sean perpetuadas por el tiempo.      

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