La Teoría de la Evolución expuesta por Charles
Darwin en su famoso libro “El origen de las especies por medio de la selección
natural”, señala que el hombre es producto de la evolución de las especies, en
este caso de los simios antropoideos que en el transcurso de seis o siete
millones de años dieron lugar a la humanidad como hoy la conocemos. A partir de
estos supuestos, el hombre se dedicó a buscar vestigios que permitieran
descifrar su complejo linaje, que como señalamos se ha desarrollado por
millones de años.
En la constante búsqueda de su origen, el hombre
se ha encontrado con un enorme vacío que en algunas ocasiones se ha llenado con
mitos, es el caso del “El Eslabón Perdido”, que no es otra cosa, que la
búsqueda del fósil que permita concluir que el hombre evoluciono del simio, es
decir el fósil intermedio que conecte al simio con el humano. En algunos
debates aún se utiliza este argumento, para desacreditar las teorías de
Darwin, sin embargo, hoy en día la teoría de la evolución está probada, el
hombre desciende del simio, y ya no se busca con el ahincó de antes el famoso
eslabón perdido, los vestigios con los que actualmente se cuenta, dan elementos
para comprender mejor nuestro complejo árbol genealógico. No obstante,
esa búsqueda desesperada llevo a algunos a cometer graves faltas a la ciencia,
como aquellas que cometió el arqueólogo aficionado Charles Dawson quien
descubrió al “Hombre de Piltdown”.
El hallazgo del Hombre de Piltdown fue muy
difundido, se trata de restos óseos encontrados en la comunidad de Piltdown
Inglaterra en el año 1912. Las características que presentaba el fósil
constituían la prueba necesaria para acreditar la evolución de simio a humano,
por lo que se consideró uno de los descubrimientos arqueológicos más
importantes de todos los tiempos. Se trataba de un cráneo con una mayor
cavidad, para un cerebro más desarrollado y por lo tanto más moderno, poseedor
de una mayor inteligencia; la dentadura tenía un desgaste más parecido al de
los seres humanos, por lo que se consideró como el fósil de homínido más
antiguo encontrado hasta entonces. El paleontólogo Arthur Smith Woodward se
encargó de estudiar los huesos, que consistían en cinco fragmentos de cráneo,
la mandíbula y un diente canino, entre otros pequeños fragmentos de hueso,
concluyendo que se trataba en un antiguo ancestro del hombre, con un cerebro
grande desarrollado, pero con rasgos de primate como se notaban en la
mandíbula.
Los rasgos que presentaba el hombre de Piltdown,
no se parecían a los rasgos de los otros fósiles de los que se tenía registro,
en ese entonces se conocía el Neandertal y el Homo Erectus, por lo tanto se le
catalogó como un espécimen nuevo llamado Eoanthropus dawsoni, tomándose
en reiteradas ocasiones como referencia para posteriores estudios.
A pesar de que el Hombre de Piltdown, tuvo
aceptación irrefutable por casi cuarenta años, en 1950 el antropólogo Kenneth
Oakley, publicó resultados de unos análisis realizados a los restos óseos,
obteniendo conclusiones inesperadas. La antigüedad que tenían no era superior a
50 mil años, además que las partes del cráneo no coincidían en antigüedad con
la mandíbula. El debate sobre la veracidad del descubrimiento orilló a realizar
otro análisis detallado, en el que se descubrió que los huesos habían sido
pintados con hierro y potasio para hacerlos parecer más antiguos, detallando
que el cráneo correspondía al de un ser humano y la mandíbula a la de un
chimpancé, cuyos dientes habían sido desgastados o limados para hacerlos
parecer humanos.
El Hombre de Piltdown resultó ser uno de los más
grandes engaños de la historia, el tiempo que transcurrió desde su
descubrimiento hasta la publicación del artículo que desenmascaraba el engaño,
no permitió revelar quien fue el que falsifico el fósil. Se señalaron muchos
culpables pero sin precisar al autor del fraude. El estudio de la evolución
humana se vio seriamente afectado, no se podía llegar a conclusiones respecto a
los hallazgos reales y lo que arrojaba el Hombre de Piltdown, confundiendo a la
comunidad científica, el daño estaba hecho. Las reflexiones que deja esta
historia son muchas, pero resalta una en particular, la verdad tarde o temprano
sale a la luz, el conocimiento debe compartirse y debe permitir ser cuestionado
con el mayor rigor, no hay conclusiones absolutas, a pesar de que sean
perpetuadas por el tiempo.
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