martes, 2 de noviembre de 2010

TRADICIONAL DÍA DE MUERTOS


“Para el habitante de Nueva York, Paris o Londres, la muerte es palabra que jamás se pronuncia porque quema los labios. El mexicano, en cambio, la frecuenta, la burla, la acaricia, duerme con ella, la festeja, es uno de sus juguetes favoritos y su amor más permanente. Cierto, en su actitud hay quizá tanto miedo como en la de los otros; mas al menos no se esconde ni la esconde; la contempla cara a cara con paciencia, desdén o ironía”. Octavio Paz

Mientras disfrutaba un tradicional dulce de calabaza con leche, que fue ofrendado por el día de muertos me surgió la idea de escribir la siguiente entrada en el blog, a fin de que conozcamos las raíces de esta hermosa tradición, que data desde nuestros antecedentes prehispánicos, las grandes culturas como los Mayas, Aztecas, Purepechas, entre otros, guardaban cráneos, u osamentas a las que les guardaban respeto, y pedían protección o consejo. Los Aztecas conocían la muerte y la respetaban, pero nunca le temieron. En la época de la conquista los españoles quedaron sorprendidos por estas tradiciones que trataron de erradicar homologando las fechas a la del día de todos los santos y a la del día de los santos difuntos.

La preparación para este día comienza desde unos días antes, es una fiesta llena de alegría y colorido, hay que comprar las cosas que se ofrendan, ir al panteón a limpiar la tumba y hacer el camino de flores desde el lugar en el que descansa nuestro pariente, para que llegue a nuestra casa tranquilamente. La casa debe estar limpia como para una fiesta y con las fotos de los invitados, además de algunas rimas llamadas calaveritas en alusión a los difuntos o a los que todavía estamos en esta vida, sin que nadie se de por ofendido.

En pocos países se tiene una concepción tan clara de lo que es la vida, misma que se conforma de un ciclo, que contempla a la muerte. En algunas tradiciones es en ese momento cuando se acaba el camino, pero no en nuestro México lindo y florido. Esta celebración es una increíble manifestación de la cultura mexicana, se ha conservado la creencia que los muertos nos visitan un día por año, los niños el primero de noviembre y los adultos el dos de noviembre, en estos días se les da permiso para visitar sus seres queridos, las familias los esperan con jubilo, para platicar con ellos o darles las nuevas noticias que han acontecido en la familia. En algunas regiones de nuestro país, cenan con ellos respetando los lugares en la mesa, o pasan la noche en vela con su compañía, o en algunas otras pasan toda la noche en el cementerio, llevan la comida y música para compartir con las almas.

En estas fechas se acostumbra poner un altar, que debe contener los cuatro elementos tierra, agua, viento y fuego, con flores de cempasúchitl, veladoras, agua, sal, azúcar y las comidas favoritas de nuestros ancestros. Cada elemento tiene un significado, las flores todos las conocemos son amarillas muy vistosas y con un aroma peculiar, son elegidas precisamente por estas características, pues facilitan que las animas encuentren el camino a casa, se acostumbra hacer un camino con los pétalos de estas flores para que el trayecto sea más fácil; las veladoras son para alumbrar el camino y que no se pierdan en la obscuridad; el agua es con el fin de que sacien la sed ocasionada por el largo camino; la sal y la azúcar para que recuerden el sabor la vida, y bueno se presentan todas las variantes posibles, se hacen calaveritas de azúcar, de gelatina, de chocolate, etc. En mi ofrenda no puede faltar el tequila o cerveza, en particular por mi abuelita que siempre decía que para que viniera les pusieran una bien fría, (así se garantiza que se despierte del descanso eterno), además acompañamos con pollo en adobo, mole, tamales, pan de muerto y mucha fruta, sin faltar el sahumerio con copal y mirra y el vistoso papel picado.

No podía dejar de mencionar el rico pan de muerto, esta fecha no seria lo mismo sin este singular sabor, además que gracias a los años se van conociendo lugares en los que preparan este panecillo como un verdadero manjar, conozco un lugar en donde venden un pan relleno de frutas secas, esta riquísimo. El pan es de varios tipos, el roseado por ajonjolí o con amaranto, el cubierto por una capa de mantequilla con azúcar espolvoreada, sobre unas formas que asemejan huesos. No hay nada como compartir un delicioso pan de muerto con la familia y con los difuntos, en el pueblo de mi mamá que es de Hidalgo, hacen un pan de muerto con cubierta de azúcar rosa, y forma como de cuerpo humano (como un niño de pan), que no puede faltar en mi ofrenda.

El Día de Muertos se festeja en gran parte de México y algunas partes de Centroamérica, la UNESCO  ha declarado la fiesta como Patrimonio Cultural de la Humanidad. En Estados Unidos se esta creando una fuerte corriente de celebración por los grandes asentamientos de mexicanos, y cada año más extranjeros vienen a conocer esta tradición, quedando horrorizados y fascinados pues no comprenden nuestro culto por nuestros muertos y la burla que se hace de la muerte en estos días, pero que importa el morir si podemos volver a vivir un día por año.

Este día no se contempla con tristeza, se disfruta y se ha vuelto alegre, todos esperamos compartir un momento con quienes quisimos. La herencia prehispánica nos ha dejado la oportunidad de compartir ese momento, entendemos que con la muerte se empieza una nueva etapa, el mexicano la a humorisado con genialidad. No es difícil ver en estas fechas ofrendas con calaveras vestidas con trajes de gala, bailando, tomando y cantando, es su fiesta, su gran día y vienen a celebrar con nosotros.

Celebremos nuestro tradicional día de muertos conservemos nuestras tradiciones más impresionantes, disfrutemos nuestra comida y riamos a carcajadas acompañados de nuestros ancestros.

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